Sobre el distanciamiento social

Les cuento algo, siempre me he caracterizado porque me encanta estar en mi casa, no soy el tipo de persona que le guste salir mucho, disfruto mucho de la intimidad de mi hogar y pensé por un momento que esta cuarentena o distanciamiento social, iba a ser “un queque”, no pasa nada si estamos uno cuantos días en la casa, hay que cuidarse y que mejor que en nuestro templo, nuestro refugio.

La verdad ha sido terrible, trabajar, estudiar, vivir, en unos cuantos metros cuadrados no es tarea fácil, prescindir de nuestros espacios personales dónde podemos ser simplemente nosotros, es un golpe psicológico terrible, o por lo menos para mí, lo ha sido.

La realidad es que yo, muy a pesar de mis desastres emocionales y del estrés que esta situación pueda causarme, soy mucho más afortunada que la mayoría de las personas, mis hijos están grandes, son autónomos y no tengo que idearme espacios creativos para entretenerlos, mi esposo trabaja desde la casa junto conmigo y todo bien, sin embargo, a nivel emocional, me ha tocado mucho y profundamente esta situación y sé que aún, con las cosas que enfrentamos en mi familia, sigo siendo aún más afortunada que la mayoría.

Les cuento, en la intimidad de estas palabras que mi realidad es que vivo esta ciris desde distintas situaciones en mi entorno familiar indirecto (papas y hermanos) que me impactan directamente, mis papás dependen de sus ventas, de lo que producen día a día, todo esto se ha visto mermado y les ha tocado reinventarse todos los días con algo nuevo para salir con lo que ellos necesitan, mi hermana fue despedida en medio de esta crisis, también se ha mantenido a flote emprendiendo en pequeñas cosas para salir de esto, mi hermano tiene dos niños menores de 3 años aislados en en una casa sin entender que pasa y tocados también por el desempleo desde antes que esta pandemia nos golpeara (cuando creíamos que estábamos mal pero no era tan así) buscando como llevar a su casa lo que ellos y sus hijos necesitan. Por el lado de la familia de mi esposo, hay varios desempleados también, y dos adultos mayores comerciantes luchando día a día.

De verdad que cuando llueve todos nos mojamos, sin embargo, a pesar de estas situaciones somos más afortunados que muchos.

Hay que tomar un tiempo para pensar en cuantas personas se encuentran en situación de calle, sin familiares cercanos y marginados socialmente, a merced de esta enfermedad que convirtió todo a su paso, personas con niños pequeños que viven en un cuarto, solo esperando a que los días pasen, cuantos niños extrañan ir a las escuelas porque era el único lugar donde recibían un plato de comida completo o un trato respetuoso, cuantas mujeres y hombres a la espera de reanudar sus empleos contando el dinero que tienen ahorrado, si es que lo tienen, muchos también sin dinero, sin trabajo y sin esperanza de que las cosas vayan a mejorar, muchas personas de riesgo deben salir a exponerse porque sino no comen, sino sus familias no comen, es que acaso no vemos lo afortunados y afortunadas que somos.

Esta crisis me ha hecho sentir un poco inútil, como un grano de arena más en el desierto, pero me ha hecho reflexionar sobre lo que somos y cuanto hacemos por los demás, cuán solidarios somos, cuantas veces hemos preferido comprar en un restaurante que alguna soda de la comunidad, sin detenernos a pensar por un momento en esa familia, cuántas veces preferimos viajar a pasear en nuestro propio país, cuántas veces hemos olvidado que nuestro país es productor por excelencia, y para evitar la fatiga compramos en grandes cadenas de supermercados y olvidamos a los agricultores, cuantas veces hemos ignorado la necesidad de tantas personas que viven a nuestro alrededor. Ser buena persona no es un título que podamos auto-adjudicarnos, es momento de ser verdaderamente buenas personas. En lo mucho o en lo poco.

Ninguna lucha se ha ganado siendo individualista, dentro de cada unx de nosotrxs vive un poder creador que puede hacer el cambio, si unimos este poder haríamos maravillas.

Muchas veces, en momentos de mucha crisis en mi vida siempre me he repetido “es un tiempo nada más, las cosas van a pasar” esta no ha sido una excepción, quiero decirles que espero que cuando pase, sigamos siendo personas reflexivas, entendamos que somos uno, uno que es parte del otro y que por ende podemos y tenemos el poder de crear más y más, lo que le pasa a uno nos afecta a todos, no es cierto que la precarización no nos toca solo porque vivimos distinto, si toca a su vecino también lo toca a usted, si toca a un familiar quién sea: cercano o lejano, también lo toca a usted, porque todos estamos en esta lucha juntos y nuestro proceso de evolución debe ser colectivo.

Probablemente de esta también vamos a salir, con unas cuantas personas menos, quizá a quién más amamos, quizá sin conocer a ninguna víctima, no se… es momento de salir de este frasco en el que hemos vivido, es momento de sopesar lo que está pasando y cambiar el chip. No estamos solos en esto, cada uno de nosotros tiene el poder de cambiar, mucho o poco, nuestro interior y nuestro entorno.

Cuando volvamos a pensar en cuán duro ha sido nuestro aislamiento social, no dejemos de pensar en los demás, en los que menos tienen, en los que están en una situación de vulnerabilidad de cualquier tipo.

Dejemos el egocentrismo para los partidos de futbol…. Es momento de agradecer, unirnos y salir adelante en conjunto.

Gracias por leerme, si llegaron hasta aquí y quieren compartirlo, gracias X2.

Les envío mis abrazos y toda mi energía buena llena de amor solidario.